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No ha habido escasez de teorías acerca de cómo se formó nuestro Sistema Solar. Esto no es sorprendente considerando, que durante siglos se creía que La Tierra era el centro del Universo, eso por no hablar de nuestro Sistema Solar. Naturalmente, esto nos lleva a una falta de comprensión acerca de nuestros orígenes. Conforme se incrementa el conocimiento del lugar que ocupamos en nuestra galaxia, nos hemos replanteado la cuestión de nuestros orígenes, pero, a fin de determinar el verdadero origen de nuestro Sistema Solar, debemos de identificar en primer lugar las condiciones que tendría que cumplir esa teoría.
Características de nuestro Sistema Solar
Cualquier teoría convincente acerca de los orígenes de nuestro Sistema Solar debería ser capaz de explicar adecuadamente las diversas características que le son propias. Las condiciones primarias que deben quedar explicadas incluyen:
1º).- La inclusión del Sol en el centro del Sistema Solar.
2º).- La corte de planetas alrededor del Sol girando en sentido contrario a las agujas del reloj (observado por encima del polo Norte de La Tierra).
3º).- La situación de pequeños mundos rocosos (los planetas denominados terrestres) más cercanos al Sol, incluyendo los grandes gigantes gaseosos más alejados (planetas jovianos).
4º).- El hecho de que todos los planetas parezcan haberse formado al mismo tiempo que el Sol.
5º).- La composición química del Sol y de los planetas.
6º).- La existencia de cometas y asteroides.
Eligiendo una teoría
La única teoría hasta hoy que cumple con todos los requisitos establecidos anteriormente se conoce como teoría de la nebulosa solar, que sugiere que el Sistema Solar alcanzó su forma actual después del colapso de una nube de gas molecular hace unos 4,568 mil millones de años.
En esencia, una gran nube de gas molecular de varios años luz de diámetro fue alterada por un acontecimiento en sus cercanías, bien una explosión de una supernova o por la aproximación de una estrella que genera una perturbación gravitatoria. Este evento ocasionó diversas regiones en la nube, que comenzaron a agruparse alrededor de la parte central de la nebulosa, la más densa colapsando en un objeto singular.
Conteniendo más del 99,9 % de la masa, este objeto comenzó su viaje a envolvente de estrella, antes de convertirse en protoestrella. En concreto, se cree que pertenecía a una clase de estrella conocida como estrellas Tauri T. Estas pre-estrellas se caracterizan porque las nubes de gas que la rodean contienen materia pre-planetaria estando la mayor parte de la masa contenida en la propia estrella.
El resto de la materia en el disco circundante suministra los ingredientes fundamentales para formar los planetas, asteroides y cometas que ocasionalmente pudieran formarse. Unos 50 millones de años después de que la onda de choque inicial provocara el colapso, el núcleo de la estrella central se hizo lo suficientemente caliente para iniciar la fusión nuclear a un ritmo lo bastante alto para equilibrar la inmensa fuerza gravitatoria que intenta colapsar el conjunto sobre si mismo. En este momento, se cumplen las condiciones para mantener el equilibrio hidrostático y oficialmente el objeto es una estrella, nuestro Sol.
La región del espacio cercana al Sol todavía mantiene temperaturas suficientemente altas para que los elementos más ligeros aún no puedan decantar, lo que significa que la materia sólida disponible lo constituyen los metales más densos y la materia rocosa. Más hacia el exterior, donde las temperaturas son mas frías dominan los elementos más ligeros.
Conforme los bloques más pequeños de materia colisionan entre si, se forman bloques más grandes y con el transcurrir del tiempo, esos objetos se hacen lo suficientemente grandes para adoptar la forma esférica bajo la acción de su propia gravedad.
Continuando así, la mayor parte de la masa se va convirtiendo en esferas crecientes que finalmente serán planetas. Las esferas interiores permanecerán rocosas conforme el fuerte viento solar procedente de la nueva estrella barre la mayor parte del gas de la nebulosa hacia el sistema solar exterior donde es capturado por los planetas jovianos emergentes.
Una vez que la mayor parte de la masa y el gas ocupan uno de los cuerpos en órbita, la acreción de materia mediante colisiones, se ralentiza y permanece en órbitas estables. Todos ellos orbitan en la misma dirección debido al momento angular de la nube de gas colapsada.
El problema con la Teoría de la Nebulosa Solar
Costó mucho esfuerzo desarrollar una teoría que verificase toda la información observada de nuestro Sistema Solar. El balance de masa y temperatura en el Sistema Solar interior explica la estructura que percibimos.
Sin embargo, al observar otros sistemas solares, encontramos que sus estructuras varían enormemente. La presencia de grandes gigantes gaseosos cerca de la estrella central entra en conflicto directo con la Teoría de la Nebulosa Solar. Quizá haya varias soluciones para la formación del sistema solar o quizás sea errónea nuestra teoría.
Algunos apuntan a la evidencia en este sentido, puesto que parece que la estructura de nuestro Sistema Solar es única, con una estructura mucho más rígida que otros. En definitiva, esto significa que quizás la evolución de los sistemas solares no está tan estrictamente definida como se pensaba.
Fuente: About.com